¿Te cruje la mandíbula? ¿Te molesta o te cuesta abrir y cerrar la boca? ¿Sientes dolor al masticar? Si te encuentras en alguna de estas situaciones, te adelantamos que es probable que sufras algún trastorno temporomandibular. Si no sabes cuál es esta articulación y por qué se producen alteraciones en ella, ¡continúa leyendo este post!
Características de la ATM: Articulación Temporomandibular
La articulación temporomandibular es una de esas partes fundamentales del cuerpo humano, pues es la que nos permite realizar movimientos como la masticación, la pronunciación o el bostezo. De ahí que haya que prestarle especial atención, para que funciones tan esenciales como alimentarse o hablar no se vean afectadas.
La ATM es la articulación que une la base del cráneo con la mandíbula, actuando como bisagra. Al igual que sucede con otras articulaciones del organismo, puede verse afectada por un problema de artrosis. Es decir, la conexión incorrecta de la mandíbula con la parte lateral de la cabeza.
Esto se traduce en la destrucción del cartílago articular que recubre las superficies óseas, lo cual impide diferentes movimientos funcionales como los que hemos mencionado anteriormente. Las consecuencias son dolores y/o problemas en la mandíbula, dando lugar a lo que conocemos como trastornos temporomandibulares.
Causas de los trastornos temporomandibulares
Una de las causas principales de este tipo de trastornos es el estrés, que afecta directamente a la articulación temporomandibular. De ahí que cada vez se diagnostiquen más casos como consecuencia del ritmo de vida que llevamos hoy en día.
Otra de las razones por las que puede aparecer la patología ATM es por tener un problema de oclusión o mala mordida. Por ejemplo, si existe apiñamiento, es probable que la dentadura no esté correctamente alineada. De este modo, el engranaje no será perfecto y ocasionará problemas en la articulación temporomandibular.
El bruxismo o rechinamiento de los dientes es otra de las causas de estos trastornos. Este apretamiento dental involuntario puede llegar a provocar dolor en la zona muscular de la mandíbula, cuello, cabeza e, incluso, oídos, desarrollando problemas temporomandibulares.
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